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¿Cómo se construye la autoridad de los padres?

  • Autor / Autores
    Lic. Fanny Berger
  • Palabras clave
    paternidad responsabilidad autoridad límites culpa complacencia
  • Resumen

    Es claro que atravesamos un periodo de crisis con respecto a la autoridad de los padres. Hemos pasado de un modelo autoritario a otro permisivo, sin lograr la integración de ambos estilos educativos. El objetivo de este artículo es que los padres puedan posicionarse como autoridad parental pues desde ese lugar solamente podrán educar hijos sanos y felices.

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Introducción

Es claro que atravesamos un periodo de crisis con respecto a la autoridad de los padres. Hemos pasado de un modelo autoritario a otro permisivo, sin lograr la integración de ambos estilos educativos. El objetivo de este artículo es que los padres puedan posicionarse como autoridad parental pues desde ese lugar solamente podrán educar hijos sanos y felices.

El modelo autoritario duró muchos siglos y hasta hace veinte años era muy extendido. El padre es vivido como un ser autoritario, se lo obedecía por temor al castigo, el niño sentía miedo a su padre. Este modelo creaba niños sumisos, obedientes, temerosos y unos pocos niños se rebelaban. Debido a varias causas que escapan al tema de este artículo se pasó de un modelo autoritario a otro permisivo, donde se permiten todo tipo de conductas. En este modelo no queda claro ni los límites , ni que sucederá sí no son cumplidos. Por lo tanto los niños son inseguros, agresivos, inquietos, impulsivos y demandantes.

Sostenemos que ambos modelos, el autoritario y el permisivo no educan niños ni responsables, ni seguros de sí mismo. La única salida es que todo padre se pueda posicionar frente a su hijo como autoridad ya que sola ésta inspira respeto y seguridad para el niño.

El método de las 4 E

Presentaremos un método recordatorio para educar hijos que lo llamamos el médoto de las 4 E.

La primer E es Esperar el transcurso del tiempo

Los niños, en todas las culturas y épocas necesitan un adulto que les brinde la oportunidad de esperar. Ahora se privilegia lo rápido, lo que ya viene hecho de fábrica. Sin embargo, es muy positivo, hacer que los chicos esperen y no correr a saciarlos rápidamente. Sí tu hijo pide y tú te apuras en darle lo que quiere, le quitas la oportunidad de esperar, de frustrarse y de fortalecerse. Un niño tiene que ejercitar la capacidad de esperar, no es bueno tener a su lado una persona que le de todo lo que pide al instante.

Tú padre, además de tener poco tiempo y sentirte estresado por todas las responsabilidades que pesan sobre ti, recibes la idea de que los productos que ahorran tiempo son valorados en el mercado de consumo. Esto es verdad en el mundanal mundo, pero en la relación padre-hijo, particularmente en los primeros cinco años de vida se necesita que tu estés presente, a su lado, para que desarrolle la capacidad de esperar. Los padres apurados programan hijos descontrolados.

Esto es válido sí el niño no es portador de trastorno de déficit atencional, trastorno bipolar u otros trastornos infantiles diagnosticados por el psiquiatra infantil o neuropediatra.

Observo con preocupación profesional el apuro que presentan muchos padres para que sus hijos adquieran habilidades antes de lo esperado. Eso no es un salvoconducto para la felicidad de tu hijo. El ritmo de vida actual es mucho más acelerado, por lo tanto debemos prestar mucha atención de no trasladar esa medida a la vida diaria de los pequeños.

La paciencia que es la capacidad de esperar se va construyendo en el día a día, junto a un adulto que en forma amorosa te dice, “espera”, palabra muy útil y en desuso.

Un niño sano, que no presenta ninguna patología, se transforma en impaciente o impulsivo porque no recibió la palabra, “no”, “espera”, “después”, muchas veces durante su crianza.

Los pequeños son cada vez más impacientes, no quieren y no saben esperar, se frustran muy fácilmente cuando se requiere que ellos esperaren.

El punto importante es que esa frustración los fortalece y se van acostumbrando a esperar. No existe ni máquina, ni psicofármaco que desarrollen dicha capacidad.

Los dos errores más observados son que el padre que carece de tiempo corra a saciar a su hijo inmediatamente, para conseguir silencio ya que necesita mucha energía personal para cumplir sus obligaciones. Sentir las protestas de los niños es agotador.

El segundo error es enojarse, gritar, poner mala cara, y correr a saciarlo a pesar de hacerlo contra vuestra voluntad. El pequeño asocia el pedido, con el enojo de su progenitor, a lo cual pensará que siempre hay que enojarse para conseguir lo que uno quiere. El peligro es que naturalice la rabia como si fueran parte de la vida cotidiana.

Sí la cumples porque consideras adecuado, y estas convencido del ritmo en que te relacionas con tu hijo, no sentirás rabia.

La única salida, es bajar las frecuencias cuando estás con tu hijo, no sucumbir ante sus demandas. Así el niño ejercerá la posibilidad de esperar, y se dará cuenta que se requiere tiempo y paciencia para convivir armoniosamente con otras personas. Con el tiempo se convertirá en un niño calmo.

Sí tú corres a saciarlo, no ejercitará la capacidad de esperar y pensará que ante un pedido, la otra persona tiene que correr a saciarlo. Grave error pues los otros no están en este mundo a servicio de tu hijo. Eso le podrá traer problemas en su vida social ya que siempre esperará de sus amigos la misma conducta que en su casa causando peleas, conflictos inútiles que pueden ser evitados.

La segunda E es Expresar claramente los límites

Se ha escrito mucho sobre los límites, que son y su importancia. En mi opinión hablar de limites hoy es como estar frente a un archipiélago y ver una sola isla. Existen otras islas que son muy importantes, una de ellas es ejercer la autoridad, pues solo el padre que ejerce la autoridad puede fijar y sostener límites.

El límite es una guía, una señal que le muestra al niño hasta dónde puede llegar.

Detallaremos las características que deben tener los límites para ser efectivos:

  • Claridad. Significa pedir en forma clara y focalizada la conducta que se quiere obtener, por ejemplo: “Siéntate, no grites”. No sirve decirle al niño: “Pórtate bien”, “Sé un buen niño”, pues son términos muy ambiguos que dan lugar a diferentes interpretaciones.
  • Brevedad. Esta característica es de suma importancia para su eficacia. Es común que los padres comiencen con largas explicaciones, que en el momento de fijar el límite no alcanzan. “No toques determinado objeto.” En otra instancia podemos explicar la causa del límite.
  • Coherencia. Una vez fijado el límite no lo podemos variar según nuestros estados anímicos, algo que, debido a las características de la vida actual, son de por sí cambiantes. Si saben de antemano que no pueden sostener un límite, es mejor no imponerlo y pensar en algo que pueda ser mantenido. El niño tiene que saber predecir qué sucederá si tiene determinado comportamiento, de qué manera reaccionarán sus padres.
    Esto le da seguridad y confianza en sí mismo, pues empieza a ordenar el mundo que lo rodea. Si grita, su mamá se enojará, si realiza determinada conducta recibirá determinada respuesta. Ser previsible es un factor muy importante para un desarrollo emocional adecuado. Los padres deben ser figuras predecibles para el niño. Esto ayuda a formar una buena autoestima al brindarles seguridad.
  • Consistencia. Es común que existan diferencias en la pareja con relación a la educación de sus hijos. Esto es aplicable a los abuelos/as quienes tienen un rol importante hoy en día. Si bien no podemos cambiar a las personas, es sustancial conversar sobre estos temas para llegar a acuerdos previos a la puesta de límites. Es frecuente que un padre fije un límite y el otro quiera imponer lo contrario. Esta contradicción entre adultos provoca una gran inseguridad en el niño, sobre todo en sus primeros años de vida.
  • Flexibilidad. Los límites no son murallas imposibles de traspasar. Los podemos adaptar a cada situación. Recuerdo un niño de diez años que durante el año lectivo se le permitía ver televisión durante dos horas diarias. Un día de verano lluvioso en que estaba solo, sin amigos, su madre insistió con las dos horas diarias.
    El límite para que tenga efecto hay que sostenerlo, pero cuando cambia la situación externa lo podemos flexibilizar. Otro ejemplo de flexibilidad es cuando llegamos a un acuerdo por medio de una negociación y lo intercambiamos por algo similar. Si fijamos el límite de que le compramos una barra de chocolate todos los fines de semana, por ejemplo, lo podemos trocar por un paquete de caramelos.

El niño criado sin límites se siente desprotegido, sin contención, inseguro, pues no encuentra un adulto que sea capaz de frenarlo.

Poner un límite es un acto de amor. Esto lo comprueba el hecho de que los niños criados sin límites se sienten no queridos o no aceptados.

La tercer E es Educar con responsabilidad

Responsabilidad significa responsa hábil, o sea, responder en forma adaptativa. El tema de la responsabilidad está relacionado con la elección y la libertad. Es de vital importancia para una buena adaptación a la vida.

Responsable no es sinónimo de obediente o puntual. Responsable es hacerse cargo de uno mismo. Una persona obediente es aquella que acata lo que se le ordena, asunto delicado cuando se está con personas peligrosas. Una persona puntual es aquella que llega a la hora establecida y no más tarde. Esto da lugar a malos entendidos, el niño llega en hora al colegio, es puntual, hace todo lo que le dice la maestra, es obediente, pero puede ser un irresponsable. No se hace cargo de su vida. Cuando le sucede algo, siempre se debe a sus amigos o a la maestra. Si se equivocó y obtiene un resultado bajo es porque la maestra estaba de mal humor, y no porque él no sabía la pregunta o no había estudiado. Cuando necesite realizar algo que puede hacerlo por sus propios medios le pedirá ayuda a su madre o a su padre, esperando que alguno de ellos acceda a su pedido.

Entonces, la responsabilidad es lo contrario a culpar al mundo exterior de todo lo que sucede. Es poder ver lo que le corresponde y hacer algo frente a los hechos.

Se logra en los primeros años de vida, mucho antes de lo que los padres imaginan. La responsabilidad está relacionada con el tema de la elección. Tenemos que permitir que el niño pueda elegir entre dos opciones previamente seleccionadas por el adulto. El adulto ofrece el menú, y el niño elige el plato que comerá dentro de la lista ofrecida por el adulto. Respecto de los horarios de las comidas es habitual que cuando se llama a comer a un niño que está jugando a la pelota en el patio —no importa su edad— éste continúe sin inmutarse con el juego. La madre (o quien cumpla ese rol) se enoja, levanta la voz y hasta le puede decir palabras que dañen la autoestima del niño que está en plena formación.

En lugar de gritos, enojos y palabras innecesarias, propongo otra secuencia de hechos.

Se le puede dar las opciones:

  1. Comes ahora y dejas la pelota.
  2. Sigues jugando con ella en el patio.

Si eliges jugar con la pelota en el patio, tendrás que esperar tres horas para la próxima comida o la comerás fría.

Los padres presentan esta alternativa basada en sus propios criterios. Este niño, que puede tener tres años, ya está ejercitando su responsabilidad, elige entre seguir jugando a la pelota o dejar de jugar y comer ahora.

Si elige la opción b, sentirá el hambre al esperar hasta la próxima comida o experimentará el gusto que tiene la comida fría. La próxima vez pensará antes de elegir. Permítanles experimentar las consecuencias lógicas de su elección, lo único que puede suceder es que comerá la comida fría o esperará con hambre a la próxima. Sabemos lo que es el hambre pues la experimentamos alguna vez.
Por medio de los libros no tomamos conciencia de su magnitud, sólo cuando estamos a dieta o no tenemos tiempo de comer experimentamos esa sensación en nuestro organismo Permítanles elegir a ellos entre dos opciones propuestas por ustedes, para que puedan reafirmar su yo y para continuar eligiendo qué actitud tomar en la vida.

¿Qué le pasa al niño cuando elige dentro de las opciones impuestos por los padres?

Empieza a autorregularse. Eso le da confianza y puede desarrollar una buena autoestima.

Su yo se fortalece pues elige y aprende que tiene fuerza, experimenta, por ejemplo, que si no come sentirá hambre, y así sucesivamente. En cambio, si se lo castiga por no comer puede que coma por miedo al castigo, y la motivación es el miedo que siente por un elemento externo a él. Así se programan futuros adultos miedosos, sumisos o, por el contrario, rebeldes guiados por temores y resentimientos. Si su hijo come por miedo, no por hambre, dependerá del mundo externo.

La cuarta E es Escuchar relatos de los padres y abuelos

La posición del saber del padre, dentro de la sociedad ha cambiado pues carece de la valorización que tuvo en el pasado.

Hace unos años se preguntaba a las madres como hacer tal crema o sacar tal mancha en determinado material. El saber del adulto era necesitado y valorado por el niño. Hoy los chicos tienen derivados de las tarjetas de crédito de sus padres y ante cualquier duda van al supermercado y encuentra todo lo que necesitan y que hace unos años, solamente los adultos podían enseñar. Son más independientes para asuntos de la vida cotidiana, pueden resolver problemas domésticos y técnicos sin sus padres, pero no son más independientes emocionalmente.

Además como dominan todo lo relacionado a la tecnología de manera más eficaz y rápida que los grandes, esto hace sentir a sus padres como necesitando a sus hijos en diversas situaciones. Es preferible que otra persona te enseñé como funciona determinado equipo y no pedirle ayuda a tu hijo. Observamos que a todo niño le da inseguridad cuando su padre lo requiere en el funcionamiento de aparatos. Esta es una de las muchas situaciones donde el hijo necesita ver a su padre que sabe, para sentirlo fuerte. Los padres no deben sentirse desvalorizados por no estar al tanto de los últimos adelantos tecnológicos, pero sí pedir ayuda a otras personas, excepto el hijo.

Es importante que el padre comience a valorizar otros saberes que posee en diferentes áreas de la vida.

Tú padres tienes un saber fruto de tus experiencias de vida, en una situación distinta a la de tu hijo. Por lo tanto es importante que las comuniques. Es muy positivo que relates historias tuyas en infancia y adolescencia, cómo vivías, cómo era tu vida, que pensabas y sentías. Eso enriquece el vínculo y acerca a los hijos hacia los padres. Todo adulto tiene un saber, fruto de sus vivencias personales y de la época en que vivió Los niños necesitan escuchar tu saber, que no es el mismo que el de ellos, pero es un saber acumulado por experiencias de vida.

Los niños para despegar, para volar en lo alto necesitan el conocimiento y reconocimiento de las raíces de sus padres, familia y grupo de pertenencia.

En los últimos años dentro de nuestra sociedad, se desvaloriza y no se respeta a las personas mayores. Una de las causas es que en la actualidad se venera la eterna juventud, que incluye tener cuerpos delgados con formas de jóvenes y pieles sin arrugas.
Esto tiene influye en la vida de los adultos ya que muchos se visten como jóvenes, se realizan distintas cirugías para parecer menos edad. Existe una idea que lo nuevo, lo joven es lo mejor, y se deja de lado otros aspectos que hacen a la calidad humana.

Es nutritivo que los niños escuchen con respeto los relatos sobre el origen de sus familias, sin juzgar, solo conectándose con su origen. Observamos con preocupación que los grandes valorizan el saber de la nueva generación y se desvalorizan mucho, pues no toman consciencia de la importancia de su experiencia. El punto crucial es que valor están transmitiendo, si quieren parecerse a ellos en lo físico y no se posicionan de sus conocimientos acumulados por la experiencia. Un adulto puede no saber chatear, pero tiene una experiencia muy rica.
Ninguna persona puede volar sin raíces, para despegar, para tener alas se necesitan escuchar relatos sobre la historia familiar, para sentir parte de un grupo valorado.

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El método de las 4 C

Hemos mostrado el método para que el padre pueda funcionar como autoridad. Ahora mostraremos las causas que le impiden dicho funcionamiento. Para eso mostraremos el método de las 4 C que te ayudarán a evitar conductas negativas

La primer C es Complacencia

La complacencia es un fenómeno en el cual el padre tiene respuestas hacia su hijo con el único fin de satisfacer los deseos de éste. El gran peligro es qué ésta no tiene ningún fin educativo.

Existe una gran diferencia entre correr a complacer y mimar a tu hijo. En la primera solo se busca satisfacer los deseos y gustos del pequeño. En el segundo caso el padre premia, da algo que le gusta a su hijo pero no pensando solo en lo que él quiere. El adulto que complace, no tiene presente lo que realmente el niño necesita, en cambio el adulto que mima tiene consciencia de las necesidades de su pequeño.

La complacencia tiene distintas causas:

  1. Puede nacer, en primer lugar de la culpa de los padres, los padres al sentirse culpables tratan de complacer al niño.
  2. Un segundo factor que influye en este fenómeno es el ritmo de vida sin tiempo, por lo tanto es más fácil complacer al niño que educarlo. Los padres a veces estresados, cansados de tanta responsabilidad, tratan que haya calma dentro del hogar, es más rápido complacer que sostener límites y enojos.
  3. Un tercer factor que la estimula son los mensajes que se reciben. Algunos son transmitidos a través de la publicidad que valorizan el dominio del placer. La búsqueda del placer es un valor en nuestra sociedad y cada día se inventan nuevos productos que producen más placer a través de los cinco sentidos. Se resalta lo que tiene gusto rico, fragancias y olores agradables.

En una sociedad narcisista como la actual, donde se busca la perfección y el placer, la complacencia pasa desapercibida, pero deja huellas en la personalidad del niño.

El padre complaciente sitúa al niño en el lugar de adulto. Se crea un fenómeno llamado inversión de roles, donde el niño es puesto en un rol adulto, decide, ordena, da sus opiniones en asuntos de grandes. Éste último se sitúa, sin darse cuenta como un niño frente a su hijo. Esto trae consecuencias negativas en la formación de la autoestima del niño pues no ve un adulto fuerte, capaz de contenerlo. El niño se siente débil, inseguro, pues nadie le brinda seguridad.

Sostenemos que la inversión de roles es un fenómeno muy nocivo que causa muchos problemas de conducta en el niño. En el consultorio se ven muchos chicos que son traídos por ser inquietos, impulsivos, agresivos, demandantes, desobedientes. Estos chicos son criados en forma complaciente, de les brinda todo lo que quieren y a pesar de esto, tienen serios problemas de conducta. El niño es colocado como adulto y complacido.

La complacencia surge del miedo, no del amor. El padre complaciente se mide por lo que causa en su hijo, complace para que lo quiera, para que lo acepte, para que no lo desapruebe. Tiene miedo a perder el amor de su hijo.

Los hijos no aprueban la conducta de sus padres, es el padre adulto que piensa y decide como educar a su hijo.

Los padres complacientes temen no poder sostener la rabia del hijo, a perder el amor de éste si no lo complace, miedo a que el hijo no lo quiera. Hasta hace unos años observamos el fenómeno de complacencia en niños, más entre niñas, con respecto a sus padres. Los pequeños sentían que debían complacer a sus progenitores para conseguir su amor. Hoy presenciamos que son padres los que complacen y no los niños.

Recuerda que educar no es complacer, muchas veces es frustrar a tu hijo. En la complacencia no se tiene en cuenta lo que un niño necesita psicológicamente, se le brinda lo que quiere, lo que pide. La prueba es que se le da lo que quiere pero el niño se sigue sintiendo mal.

En la complacencia los padres esperan que el hijo esté satisfecho, pero se queda insatisfecho pues ni el adulto, ni el chico se conectan con sus verdaderas necesidades. Esto causa una gran frustración a muchos padres, que afirman “le doy de todo y siempre está mal”.
El gran desafío es descubrir que necesita tu hijo realmente. Cuando un niño demanda que le compren, que le den, que lo lleven y el padre lo complace le quita la oportunidad que descubra lo que realmente está buscando a través de esos pedidos.

La segunda C es Control

El control se ejerce desde el miedo, la persona que controla tiene miedos no conscientes. Por lo tanto trata de controlar la situación, pero no siente sus temores que son la causa de muchas de sus conductas. Cuando una madre siente miedo a que le suceda algo peligroso a su hijo, tal vez, lo llamara al celular para saber donde está, a que hora llegará, qué está haciendo. Controla para tapar su miedo, pero no contacta con lo que está sintiendo en ese momento, y al mismo tiempo los transmite a su hijo su preocupación.

El control no ayuda ni al controlador ni al controlado, ni al padre, ni al hijo pues es un intento fallido de tranquilizarse por parte del adulto. Además si algo negativo tiene que suceder, el control no lo impedirá.

El padre controlador tiene miedo de que le suceda algo incontrolable, se siente ansioso, es invadido por pensamientos negativos, recurrentes y persistentes. No puede dejar de pensar en su hijo, y esto le aumenta su temor y preocupación.

Cada vez vemos más padres hiper preocupados por sus hijos. Sostenemos que la vida actual eleva el estrés y éste aumenta los miedos. El control de los padres transmite inseguridad a sus hijos, pero no soluciona el tema de fondo que es el miedo que siente el adulto. Cuando una persona siente temor pero no se hace cargo del mismo, lo proyecta en otras personas.

Nosotros dividimos los miedos de los padres en cuatro grupos según el tema o contenido de los mismos. Existen padres que temen por la salud de sus hijos y están todo el día pendientes de cualquier síntoma. Otros padres se preocupan de los vínculos sociales. Un padre obsesionado por la vida social de su hijo, tratará de controlar como su pequeño se relaciona con amigos, compañeros de clase, sí es invitado a distintos fiestas, a jugar a la casa de amigos. Otros padres se obsesionan por el al rendimiento académico. Están pendientes de cuanto estudian sus hijos, qué calificaciones obtienen y muchas veces debido a la presión que sienten, culpan a las maestras del bajo rendimiento obtenido. Otros padres presentan miedos a que ocurran todo tipo de accidentes, de tránsito, que se caiga o se accidente, que pierda objetos importantes, que sucedan todo tipo de fatalidades.

Observamos que muchos padres sobreprotegen a sus hijos ante sus propios temores. La sobreprotección consiste en hacer lo que el niño puede hacer por sí solo, por ejemplo puede cuidarse o realizar libremente ciertas actividades. El adulto temeroso no permite que las realice, y el chico empieza a sentirse inseguro, débil, temeroso, dependiente. Esto le origina fuertes sentimientos de rabia y hostilidad hacia la persona que lo sobre protege. El tema es que el niño sobreprotegido no se pone en contacto con lo que él es capaz de hacer y en cambio se llena de miedos y rabia acumulada que no expresa.

Los padres tienen que proteger a sus hijos, cuando los controlan o sobreprotegen no los ayudan. Para eso tienen que enfrentar sus propios miedos y desarrollar su capacidad de amar.

La protección nace del amor, en cambio el control y la sobreprotección se alimentan del temor, de la preocupación, de la obsesión.

Ante los miedos la única forma de enfrentarlos es llevarlos a la consciencia, nombrarlos y con mucho amor y confianza disminuirán. Existe una marcada relación entre la confianza que el padre tiene y la que lo que brinda a su hijo. Sí el padre carece de confianza en sí mismo, le será muy difícil confiar en su pequeño. La confianza ayuda a enfrentar y disminuir los temores. Amor y confianza son dos elementos que permiten que la persona pueda enfrentar sus propios temores. Hace pocos días recibí un mensaje por e-mail que decía que la tristeza mira hacia atrás, la preocupación mira alrededor, la depresión hacia abajo, pero la fe, siempre mira hacia arriba.

La tercer C es Consumismo

El consumismo es la acumulación de productos, compra o consumo de bienes y servicios considerados no esenciales, entendido como adquisición exagerada. La persona consumista idealiza sus efectos y consecuencias asociando su práctica con la obtención de la satisfacción personal e incluso de la felicidad personal. El pensamiento que lleva al consumismo sería que cuanto más consuma te sentirás mejor. El consumismo implica consumir nuevos productos que se producen, servicios por el solo hecho de consumir, sin necesidad.
Es importante aclarar qué efectos produce en el niño.

Sí estas aburrido, triste, te sentís solo, enojado, la solución vendrá del afuera, te brindo un objeto o servicio que vendrá del mundo exterior y te aliviará. Existen dos puntos peligrosos, la supuesta solución es pasajera, efímera y en segundo lugar viene siempre del mundo exterior.

Así el niño pierde la oportunidad de contactar con sus propios recursos internos. Recursos internos son características que se encuentran en el interior de cada ser humano, inteligencia, simpatía, creatividad, humor, persistencia, imaginación, memoria, distintas habilidades que sirven al individuo para adaptarse en la vida diaria. Es sumamente engañoso y peligroso pensar que las soluciones a los problemas o el alivio a sentimientos displacenteros vendrán del mundo circundante. Así fomentamos la base psicológica de las adicciones. El adicto siente que ante su tristeza o desesperación, solamente la droga, el alcohol lo ayudará. El obeso intentará en vano llenarse de comida, el comprador compulsivo de compras que no necesita, el jugador compulsivo intentará llenarse con lo que imagina ganará en sus juegos. En realidad, todos ellos recibirán solo un alivio muy corto, luego tendrán que aumentar su cantidad del objeto adictivo, alcohol, drogas, compras, comida, apuestas en el juego.
En ese camino no se contacta con su mundo interior. Es un camino fácil al principio pero con el tiempo se transformará en muy peligroso. Este punto es crucial, hay que ayudar a que tu hijo busque y encuentre en sus recursos internos, de lo contrario será un dependiente emocional o a sustancias. La persona considerada dependiente emocional es adicta a los vínculos, presenta una tendencia a pegarse a las personas, sufriendo mucho pues lo único que le importa y la razón de su vida es el otro.

Hace unos años habían menos productos para comprar, menos estímulos en la sociedad, no se corría a los shoppings y hoy con toda la abundancia y facilidad para obtener, los niños no son más felices que antes. Los padres se estresan pensando en el futuro incierto de sus hijos y en los elevados costos de su educación y salud. Vemos padres que se endeudan para complacer a sus hijos. Esto está instaurado, aceptado, no pretendo cambiarlo, sino decirte a tí padre cómo enfrentar ésta nueva idea de que hay que dar todo a los hijos.

La pregunta clave es si tu hijo lo necesita, sí está triste o enojado. Tú no podrás borrar o anular mágicamente sentimientos displacenteros y menos comprando objetos externos a él, engañándote y engañándolo aacerca de que la posible solución vendrá mágicamente del consumo externo.

La identidad de un niño no se puede formar por lo que tiene, eso es indicador de una personalidad débil y de muy baja autoestima. Esta tiene que ser formada no por posesiones materiales, sino por actitudes y conductas que realiza el niño, en definitiva por el desarrollo de sus capacidades personales.El consumo no ha hecho que los niños sean más felices, ni favoreció el desarrollo de sus potencialidades.

La cuarta C es de Culpa

La culpa que sienten muchos padres y que influye en la forma en que crían a sus hijos. Afirmamos no es buena compañera para educar.

La culpa está formada por una emoción que es la rabia retroflectada y exigencias introyectadas. Retroflexión es un mecanismo de defensa utilizado en terapia gestálitca donde el individuo envía a su interior sensaciones, sentimientos displacenteros y se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a los otros o lo que gustaría que le hiciese otro.

La retroflexión se puede presentar de manera tanto negativa como positiva. De manera negativa sería cuando tienes muchas ganas de darle un cachetazo a tu hijo y como sabes que es malo prefieres apretarte tu puño o labios para evitar pegarle, y de ese modo orientas la rabia que sentís por algo que hizo tu hijo, hacia tí.

La manera positiva sería cuando necesitamos una muestra de amor por ejemplo una caricia y no tenemos nadie que nos acaricie entonces nos acariciamos nosotros mismos para sentirnos amados ya que es algo que nos gustaría que nos hiciese otro. La retroflexión es un proceso psicológico que, en Terapia Gestalt supone la inhibición de la acción dirigiéndola hacia uno mismo. En su forma patológica, la retroflexión se da cuando evitamos enfrentarnos al ambiente conduciendo la energía hacia nosotros mismos y nos sentimos incapaces de actuar sobre el mundo.

Introyectos son ideas fijas, preconceptos que todo ser tiene en forma no consiente y que le digitan la vida. Estos son tomados durante el crecimiento de los padres, maestros, adultos significativos.

En Gestalt, nos referimos a introyecto para hablar de una idea que la introducimos en nuestro interior, es como si tragamos lo que nos dan o dicen sin masticarlo, sin crítica, selección ni ajuste a nuestra necesidad personal, corriendo el riesgo así de llenarnos de mandatos, órdenes, etc.
Estas ideas, normas o valores las asumimos como propias, vienen del mundo externo, e impiden la satisfacción de las necesidades. Así, tenemos ideas aparentemente asumidas como que las mujeres somos suaves por el hecho de ser mujeres, que los hombres no lloran, que la vida es un valle de lágrimas o que el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio son sagrados. Que hay que pegarle a los hijos para que obedezcan, que hay padres que tienen suerte con sus hijos pues le hacen caso, etc.

Los introyectos muchas veces son estereotipos, refranes, dichos, modelos y creencias profundamente arraigados, tragados sin hacer un cuestionamiento.

Para sentir culpa se necesita bronca sobre uno mismo y un introyecto llamado exigencia. Todo aquel que se sienta culpable tiene dentro de sí rabia y exigencias. Rabia sin exigencias no produce culpa. En los trastornos de personalidad antisociales y psicopatías, la persona no tiene culpa ni arrepentimiento, ni remordimiento, lo cual hace imposible el tratamiento psicológico. El psicópata no sufre pues no siente culpa, el dolor ajeno no le llega.

La culpa conlleva algo negativo, pues parte de la base de que algo se ha realizado mal o se ha evitado llevar a cabo y se tiene que pagar por eso. Implica realizar un determinado comportamiento para reparar el daño efectuado. La persona tiene exigencias y cuando no las cumple aparece la rabia, inmediatamente se vuelca sobre sí mismo y sobreviene la culpa. Muchos padres se sienten muy exigidos con respecto a sus hijos. Existe un introyecto que dice que hay “que darle mucho a los hijos” sobre todo en lo material. Esto lleva que muchos padres se sientan culpables pues no cumplen con esas ideas tan de moda en la sociedad. La exigencia se formula racionalmente y comienza con los famosos debería comprarte, anotarte en tal curso, debería llevarte de vacaciones a tal lugar, etc.
Existe una diferencia entre exigencias y motivaciones que son sentidas. Las primeras nunca se satisfacen, las segundas se sienten, no se razonan y pueden encontrar satisfacción. No es lo mismo decir deberías ser solidario, que crear en el niño el deseo o motivación de ser laborioso o cooperativo. Si se le transmite sin presiones la importancia de trabajar y ayudar a los otros, el pequeño las hará propias y lo orientarán para la acción. Lo más importante es que encontrará placer en sus actividades. Esto es crucial en su desarrollo emocional. Una misma idea puede ser transformada en exigencia o deseo según la forma de transmitirla. Si tiene la motivación o deseo de ser generoso sentirá ganas de ayudar y no pensará "tengo que", sino "quiero".

No te sientas culpable si se filtran algunas exigencias. El mundo está lleno de adultos exigentes infelices que no encuentran satisfacción pues viven pensando que "tienen que". Trata de que tu hijo se sienta motivado, con deseos, para eso muestrale las partes positivas de la vida, no lo presiones, pues así se construye el suelo fértil para las exigencias y culpas. Cambia el deberías, por el quieres.

Existe una gran diferencia entre "me siento exigido en el proceso de educar a mi hijo", y "quiero y me preocupo por brindarle lo mejor en todos sus aspectos".

Los padres tienen culpa por diferentes causas:

  • Por el poco tiempo que están con sus hijos debido a las largas horas de trabajo y las múltiples actividades que realizan. No se puede reparar o compensar sí tú padre estás poco tiempo. Sí podrás poner intención que durante el tiempo que estés junto a tu hijo, solo lo atenderá a él, te focalizarás solo en tu hijo. Para eso tendrás que realizar una conducta: apaga todos los teléfonos, computadoras, elementos que distraigan. Pon fuerza interior en la calidad del tiempo que pases con tu hijo. Es importante la cantidad y calidad de tiempo. Sí no puedes estar más tiempo, por lo menos invierte esfuerzo en que la calidad sea buena.
  • Muchos padres sienten culpa por no poder comprar a sus hijos todo lo que ellos piden. Es bueno recordar que el consumismo como lo explicamos en el párrafo anterior no es la causa de la felicidad, solo de un placer pasajero.
  • Otra fuente de culpa es la desintegración de la familia nuclear, la cantidad de divorcios y familias uniparentales. Observamos muchos padres divorciados y otros que forman familias sin pareja. En ambos casos sienten culpa por no educar a sus hijos dentro de una familia típica, aclaro que hasta hace unos años, formada por padre, madre e hijos. Todos los niños, sin importar el lugar de nacimiento necesitan sentir la autoridad parental. La autoridad de los padres no tiene que ver con el estado civil de los adultos, ni posición económica, ni cultural de los mismos. Esta relacionado, con que el padre pueda saciar las tres subfamilias de necesidades afectivas para que el niño lo sienta autoridad.


Dicho con otras palabras, el futuro de tu hijo no dependerá de lo que el compres, ni de tu situación civil, lo más importante es que te posiciones frente a él como autoridad, ni autoritaria, ni permisiva.

Los padres pueden prevenir muchos problemas sí consultan en los primeros años de vida a un profesional especializado en niños.

En la consulta observamos que muchos padres piensan que fijan límites y no entienden la causa de que sus hijos no los obedecen. El tema es que solo un padre que ocupa su rol de autoridad fija y sostiene límites. Cuando el padre no está bien posicionado de su rol, el niño no lo respeta. Ante la frustración que produce la desobediencia de su hijo, observo que ciertos padres le piden, le imploran a sus hijos como de igual a igual. Otros tratan de convencerlos y otros los amenazan. Las amenazas como lo dice su nombre, no se sabe sí serán cumplidas, por lo tanto brindan mucha inseguridad. El niño siente que su padre lo amenaza, pero no puede predecir si la cumplirá o no. En los primeros años de vida muchos padres cuando los hijos no quieren realizar una conducta en la vida cotidiana como vestirse, comer, bañarse, amenazan con algo que es intocable: el amor que siente el padre hacia el hijo, a pesar que puede estar muy enojado con él.
Escuchamos frases como: “come todo o mamá no te quiere más”. El amor es incondicional y ni la frustración, ni el dolor, ni la furia que siente el progenitor la debe obnubilar. La amenaza nace de no saber como posicionarse frente al otro. El niño siente que el padre no tiene las herramientas para hacerse respetar y amenaza, pero ésta lo coloca en una situación de debilidad. Si tratas de convencer, persuadir o amenazar te sales de tu rol pues eso no corresponde a la autoridad. El límite nace del amor, nunca de la rabia, ni desesperación que siente el padre. Observo que la mayoría de los niños que presentan problemas de conductas se educan en un ambiente sin límites, ya sea porque el padre no los fija o intenta a través de métodos que contradicen la puesta de límites y que fueron enumerados anteriormente.

Cuando uno recurre a consultar a un psicólogo infantil puede prevenir futuros problemaspues el niño está formando su personalidad. La psicología infantil y el trabajo con padres y maestros tienen un aspecto muy importante en la prevención.

Sobre la autora

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Fanny Berger, psicóloga gestáltica, Master en educación y clínica de niños y adolescentes

Autora de:

  • “Papis miren que me pasa, secretos y verdades entre padres e hijos”, editorial fin de siglo, Uruguay, 2005
  • “El paraíso posible, como crecer emocionalmente” Fin de Siglo, Uruguay, 2008
  • “Padres sin autoridad, hijos sin rumbo”, Fin de Siglo, Uruguay, 2010
  • “Entre padres e hijos, en búsqueda del vínculo perdido , editorial Planeta, Uruguay, 2012

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Artículo publicado en Psicoactualidad.com